La Plaza Real es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Barcelona que cada año acoge visitantes de todas las partes del mundo. Un espacio donde se puede sentir la esencia cosmopolita y mediterránea de la ciudad condal y su legado artístico.
Aunque muchas personas conocen su existencia, muy pocos saben realmente la historia que hay detrás de ella. El artículo de hoy describe diferentes curiosidades, peculiaridades e historia de la enigmática Plaza Real de Barcelona.
Legado Capuchino
Desde 1822, la orden italiana de los monjes capuchinos se estableció en el barrio Gótico con un convento. En 1835, sin embargo, este lugar de culto fue disuelto debido a la desamortización de Mendizábal. Los terrenos se pusieron a subasta para habilitar un nuevo espacio para la ciudad.
Poco tiempo después, diversos arquitectos de escuelas prestigiosas, como la Llotja, presentaron a concurso varias propuestas, como la construcción de un teatro que no prosperó por su proximidad al Liceu.
El nombre de “real”
Este nombre le fue dado por el rey Fernando VII para tener un espacio en la ciudad de Barcelona que honrara su figura. Además, la intención del monarca era colocar una estatua suya como un símbolo de su reinado absolutista en Cataluña.
Obviamente, debido a su impopularidad, al poco tiempo de su muerte el proyecto de su estatua fue desestimado, construyéndose una fuente (Font de les Tres Gràcies) en su lugar.
La hermana de la Plaza Real
En 1848 el arquitecto Daniel Molina llevó a cabo la reestructuración de la Plaza Real de Barcelona. En este caso, si comparamos su estructura con la Plaza Mayor de Madrid, se pueden encontrar muchas similitudes con cada uno de los elementos que las componen.
Es de especial interés que a nivel simbólico también comparten muchas coincidencias, especialmente por los hechos históricos que acogieron, como la proclamación de la Segunda República Española.
Un recuerdo del descubrimiento del nuevo mundo
En la Plaza Real se pueden encontrar escudos de armas y bustos de destacados exploradores y navegantes españoles que viajaron al nuevo mundo (conquista de América) en busca de aventuras y riqueza.
Las farolas que presiden la Plaza son obra del arquitecto modernista Antoni Gaudí y fueron añadidas en 1879 para acompañar la composición de la Font de les tres Gràcies.
Lo más destacable de ellas son sus formas, que al igual que otras obras modernistas, están inspiradas en las formas de la naturaleza, las cuales recuerdan a serpientes enroscadas.
En la parte superior curiosamente recuerda al casco alado de Hermes o Mercurio el mensajero de los dioses.
El oasis de Barcelona
Este es otro de los nombres con el que los Barceloneses reconocen la Plaza Real.
Actualmente, la zona es un importante centro bullicioso de la vida nocturna que contrasta con el resto de los espacios de la ciudad.
De hecho, alrededor de la Plaza se pueden encontrar palmeras que contrastan con la fuente y las farolas, creando un espacio abierto donde se concentran bajo sus pórticos muchos restaurantes y otros tipos de negocios.
Es una de las pocas plazas cerradas y porticadas que tiene la ciudad de Barcelona, de planta rectangular y rodeada de una edificación neoclásica.